La principal conclusión del estudio es que, aunque el hidrógeno se puede utilizar para integrar una mayor proporción de energía eólica y solar, esta estrategia conlleva costes considerables debido a la infrautilización del capital. El hidrógeno azul tiene un papel importante que desempeñar a este respecto y no debe descartarse de la agenda de política energética.
Esta perspectiva de todo el sistema es fundamental para optimizar el despliegue de la transición energética. Dado el alto nivel de interdependencia tecnológica involucrado en estos sistemas integrados de electricidad e hidrógeno, se necesita una planificación cuidadosa para minimizar los costes y la complejidad.