Gas Renovable

30/09/2022

Bruselas marca el ritmo del despliegue de los gases renovables


Pese al tibio posicionamiento de Bruselas hasta la fecha ante la negativa francesa a retomar el proyecto MidCat, una infraestructura clave para el transporte futuro de los necesarios y autóctonos gases renovables, la Comisión Europea sigue dando muestras de su apuesta inequívoca por el biogás, el biometano y el hidrógeno verde.

Si bien se ha echado en falta un sí contundente a la voluntad de financiar la ampliación del corredor como proyecto estratégico europeo, hace apenas unos días, la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, lo ‘compensaba’ con el anuncio de una nueva iniciativa para acelerar el despliegue del hidrógeno verde. En su intervención ante el Parlamento Europeo con motivo del discurso sobre el estado de la Unión, la presidenta anunció la creación de un Banco Europeo de Hidrógeno, entidad a la que se dotará con hasta 3.000 millones de euros para financiar el desarrollo de esta tecnología y que facilitará el desarrollo de un mercado del hidrógeno.

De esta manera se avanza de forma tangible en la consecución de los ambiciosos objetivos de la Unión Europea, recogidos en REPowerEU. que se ha propuesto aumentar la producción e importación de hidrógeno renovable hasta los 20 millones de toneladas en 2030, así como ampliar hasta los 35.000 millones de metros cúbicos (bcm) la producción de biometano.

La nueva medida se suma a las ya señaladas a través de ese mismo plan, que contempla una inversión de 27.000 millones de euros en infraestructuras de hidrógeno y otros 10.000 millones de euros adicionales para reforzar las infraestructuras gasistas.
Sin duda, con sus acciones, Bruselas no solo reconoce, sino que sobre todo habilita el papel esencial que desempeña el hidrógeno verde (así como el resto de gases renovables) en la actual misión de reducir, y a ser posible eliminar, la dependencia europea de los combustibles fósiles rusos, incidiendo en paralelo en la descarbonización de la matriz energética y de nuestra economía, que se hace más resiliente a medida que se avanza hacia la soberanía energética e incorpora la circularidad en el aprovechamiento de sus recursos.

A nivel nacional, avanzamos también en este sentido, aunque más lentamente. Progresivamente, se hace cada vez más evidente la oportunidad que tiene España de convertirse en el hub gasista europeo, materializando su potencial de país europeo líder en la producción de hidrógeno verde y uno de los tres con mayor capacidad para la producción de biometano. El ámbito privado está preparado para asumir el reto, pero necesitamos seguir trabajando en aumentar la ambición del marco normativo que debe empujar y animar las iniciativas y proyectos privados.

Así lo expresamos en su día tras la aprobación de la Hoja de Ruta del Biogás. Y también celebramos la aprobación del Sistema de Garantías de Origen (aún pendiente de estar operativo). Ambos sustentan el papel presente del biometano, por ser tecnología madura y competitiva, y del hidrógeno, como vector energético del futuro. Pero hay que hacer más para superar las barreras que nos impiden agilizar la tramitación y ejecución de los proyectos, en línea con lo que otros países de nuestro entorno como Francia, Alemania o Italia están realizando.

El siguiente hito se producirá en 2023, en el mes de junio, cuando España, al igual que el resto de los Estados miembros de la UE, deban presentar a la Comisión su proyecto de actualización de los compromisos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). Desde Sedigas hemos presentado las oportunas alegaciones en la consulta pública previa a dicha revisión. Nuestro objetivo es que se conceda un mayor -y justo- protagonismo al biometano y al hidrógeno renovable dentro de la prospectiva energética, ofreciéndoles las bases para que puedan aportar todo su potencial y así contribuyan a la consecución de los aumentos en la ambición de los objetivos medioambientales del país tanto a nivel de reducción de emisiones, como de gestión de residuos.

Muchas son las medidas propuestas, entre ellas el fijar un objetivo nacional de producción de biometano de un 10% de la demanda de gas natural, y todas encaminadas a que España despliegue todo su potencial en la producción de gases de origen renovable para cumplir con la necesidad de reducir la dependencia del gas ruso y garantizar el suministro energético del conjunto de la UE.

Y para ello se ha de impulsar la adaptación de infraestructuras gasistas actuales (veremos qué surge de la cumbre hispano-germana del próximo 5 de octubre y qué impulso logran dar Sánchez y Scholz al proyecto MidCat), el desarrollo de nuevas redes dedicadas para el transporte de hidrógeno verde, así como sentar las bases regulatorias del sistema de hidrógeno a nivel nacional, en línea con las necesidades y objetivos enunciadas en el plan REPowerEU. 

Las futuras propuestas normativas nacionales y la actualización del PNIEC, entre otras, deberían contemplar medidas ambiciosas en el sentido antes señalado. Desde esta tribuna seguiremos abogando, alineados con la decidida apuesta de Bruselas, por el máximo aprovechamiento de todo el potencial que atesora nuestro país para liderar la apuesta europea por el fomento y desarrollo industrial de los gases renovables.